Definitivamente, las cosas no son fáciles. Salen mal continuamente. La cagas, la vuelves a cagar, y cuando pensabas que las cosas al fin iban a ir bien... pam, vuelves a tropezar con la misma piedra. ¡Que alguien quite ya esa puta piedra del camino, por favor! Puede que esto sea evitable, si hacemos las cosas bien. Pero no, hacemos las cosas pensando en lo que nos apetece a nosotros en ese momento. ¿Consecuencias? ¿Eso que es? ¿Se come? Lo que venga después no nos importa. ¿Recordáis esas largas y perfectas noches veraniegas? Sí, son perfectas, pero olvidamos que para llegar a ellas primero hay que pasar por un largo y aburrido invierno. Y esto pasa con todo. Las ganas pueden, y la pereza se lo carga todo. Quizás haya que tomarse las cosas más en serio, y pensar en los demás a la hora de tomar una decisión. O quizás no, ¿quién sabe? La vida es más divertida cayendo y levantando todo el rato, incluso aunque pases media vida tirado. En el suelo se aprende más, y se llora menos. pero, ¿dar ese placer a los que te quieren derrumbada? No, eso nunca. Y si se cae, se cae con orgullo.
And that's me.
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